La ermita de San Joaquín y Santa Ana es uno de los edificios más antiguos y simbólicos de la villa de Ademúz. Su historia se remonta a mitad del siglo XV, cuando se fundó el Hospital de Pobres de Santa Ana, cuyo oratorio constituye el único elemento que podemos admirar en la actualidad. A pesar de su importancia y relevancia, el edificio, a lo largo del tiempo, no cesó de reducirse, hasta encontrarse en el estado que lo conocemos hoy en día, es decir encerrado y atrapado dentro del denso tejido urbano.
En 2007, se encontraba en un estado muy alarmante pues, debido al abandono que provocó el derrumbe de su cubierta original de artesonado de madera a cuatro aguas y tejas árabes, contaba con una cubierta provisional de fibrocemento. Se trata de una gran pérdida pues, según documentación escrita, consistía en una armadura de madera en la más pura tradición del trabajo de carpintería mudéjar.
En una primera fase de intervención se priorizó la fachada, cuyo desplome representaba un peligro para los viandantes. La portada de la capilla de San Joaquín presenta un aspecto algo heterogéneo, pues consiste en un arco gótico, de semejantes dimensiones al del presbiterio, acogiendo en su interior un segundo arco de medio punto de gran dovelaje, muy tradicional en la arquitectura comarcal.
La obra consistió en una primera fase de desmontaje de la fachada, numerando las piedras (siglado), y volverla a montar, respetando el plano vertical. El orden de desmontaje fue fundamental: comenzando por la cornisa de ladrillos, tras los cuales se desmontaron los sillarejos por encima del arco gótico. La misma operación para el arco gótico, que desmontando dovela a dovela, se colocaron por estricto orden en el mismo suelo del callejón. Posteriormente se levantó el dintel de madera de la puerta, y picando la mampostería de la parte superior y trasera del arco románico, éste se quedó aislado. El apeo de toda la obra fue fundamental para estabilizar el arco de medio punto de manera asilada, que fue el último elemento desmontado, documentado, enumerado y almacenado.
Posteriormente se realizó una pormenorizada limpieza de las manchas, pintadas vandálicas, así como un tratamiento a la piedra contra la humedad y los microorganismos.
Finalmente se recompuso la fachada con los mismos elementos y sustituyendo los más deteriorados por piedras labradas de nueva creación. Así como la colocación de una nueva puerta de madera natural según documentación original de la capilla.
Para realizar las obras de la primera fase, relativas a la restauración de la fachada, se contó con la ayuda económica de la Fundación Pere Compte.
La segunda fase consistió en la ejecución de una nueva cubierta, con el fin de devolverle al edificio una estética conforme a su antiguo aspecto, así como para dejarlo definitivamente protegido de la intemperie. Por último se realizarán los trabajos interiores de restauración y puesta en valor propiamente dichos.