Algunos de los elementos arquitectónicos que definen mejor una época son las decoraciones que cubren las fachadas de los edificios más emblemáticos de las ciudades. Uno de esos elementos, aunque es primordialmente funcional, son las gárgolas.
Gárgola: (del francés gargouille > gargouiller “producir un ruido semejante al de un líquido en un tubo”, latín gurgulio y griego γαργαρίζω “hacer gárgaras”) es la parte sobresaliente de un caño que sirve para evacuar el agua de lluvia de los tejados.
Pero la gárgola, aislada de su funcionalidad como desagüe, es pura creatividad icónica.
Es increíble la variedad de las formas a las gárgolas. Se pueden dividir en cuatro grandes tipos de representaciones: geometrías simples, humanas, animales y monstruos o figuras mitológicas.
Egipcios, griegos y romanos ya las incluían en sus majestuosas construcciones, por lo general en forma de animales conocidos, leones, perros, águilas… Pero fue durante la Edad Media cuando las gárgolas fueron aprovechadas para enviar un mensaje visual. Los constructores de las grandes catedrales querían que la gente creyera que las figuras amenazantes las protegían de los malos espíritus. El significado de ellas no está claramente definido y existen varias versiones. La gran cantidad de representaciones de demonios o monstruos podría estar relacionado con el objetivo simbólico de proteger las iglesias de espíritus malignos y recordar a los enemigos de la fe cristiana que el templo contaba con protección divina, es decir, la contraposición del pecado y del mal (exterior del edificio religioso) y del bien y la bondad (figuras más relajadas en el interior de esas catedrales, iglesias…). Aunque también podría ser que no tuvieran una función educadora (religiosa) pues también se encuentran en edificios civiles, por lo que se reduce a una función ornamental en muchas ocasiones.
De todos modos el simbolismo y misterio que envuelve al mundo de las gárgolas siempre ha fascinado a grandes y pequeños. Contemplarla nos provoca emociones dispares, objetivo para lo cual fueron esculpidas.
Por esta y otras leyendas nos parece una gran idea poder concebir un taller sobre gárgolas, esos animales fantásticos.
Primero escuchan las historias de las esculturas que decoran las fachadas de los edificios públicos de su ciudad, conociendo los mitos y arquetipos. Porque, las gárgolas de nuestras calles (exceptuando algún edificio importante) han ido desapareciendo. En su lugar, canalones de bajantes de PVC arrojan el agua de lluvia desde los tejados hasta la calle. Tras la introducción, Los niños elaboran, con arcilla, su propia criatura fantástica. Donde dejan libre su imaginación y crean sus propias gárgolas en arcilla. Monstruos fantásticos que ven la luz a través de sus dedos. Y también hay tiempo de distinguir entre las gárgolas y las simples esculturas de ornamento. Porque las gárgolas poseen un conducto de evacuación de agua, normalmente representado por la boca abierta de la criatura fantástica. Y así lo representamos también en el taller.